20 razones que pueden explicar que estés cogiendo peso (o que no lo pierdas)

 “- Llevo 2 meses a régimen y he perdido 1kg”

“- No entiendo cómo dejando de comer todo lo que comía antes y haciendo mucho deporte, no pierdo peso”

“- Haga lo que haga, todo se mantiene igual”

Muchas veces, ya sea después de una época de excesos, tras la maternidad, después de los resultados de una analítica de sangre, o por algún motivo estético del tipo «tengo una boda», ponemos todos nuestros esfuerzos en cuidarnos y perder peso y, tras un tiempo que consideramos adecuado, no vemos demasiados resultados… Esto, ¿a qué se debe?

Antes que nada, debemos entender varias cosas:

  • Nuestro peso total no es lo más importante (de forma similar a lo que os explicaba en el post sobre el colesterol)lo más importante es el reparto de ese peso en grasa, músculo, huesos, agua… Cuando empezamos a hacer deporte (cuando llevamos un tiempo), parte de la grasa se convierte en músculo, y éstos pesan más. Por tanto esto puede explicar que no bajes de peso, ¡o incluso que subas! ¿Y cómo sé si he subido en grasa o he subido en músculo? Existen máquinas especiales (bioimpedancia) que utilizamos para medir esta composición corporal. De esta manera, se puede ver la evolución entre una y otra sesión, pasado un tiempo por supuesto. Además, existen tablas con los porcentajes recomendables de grasa, músculo etc. Estaré encantada de compartir estos detalles contigo, ver tus cifras concretas, etc, no olvides que entre mis servicios ofrezco Control de peso, aunque en sesiones de Alimentación Saludable también podemos verlo!
  • Entre las posibles causas que pueden estar detrás de que estés cogiendo peso no voy a indicar las más obvias: comer lo que es evidente que no se debe (comida basura, fritos, refrescos azucarados, alcohol…), no hacer nada de ejercicio, etc.

VAMOS ALLÁ!

1.       Tienes alterada alguna hormona tiroidea
2.      «Te pasas» consumiendo alimentos saludables
3.      Bebes poca agua
4.      Estás tomando cierta medicación
5.      No te pesas nunca
6.      Duermes poco
7.      Consumes determinados alimentos pensando que son ligeros
8.     Tienes un trabajo o vida estresante
9.     Tu rutina de deporte no te favorece
10.  Tomas demasiada sal
11.   Consumes azúcar sin saberlo
12.  En tu dieta hay demasiados hidratos y pocas proteínas
13.  Tienes en casa productos “tentadores”
14.  Nunca cometes excesos
15.   No comes grasas
16.  Comes con frecuencia en restaurantes
17.   Comes muy rápido
18.  Comes delante de la TV o con el móvil
19.  Te saltas comidas
20. Has pasado los 30
  1. Tienes alterada alguna hormona tiroidea

Existen multitud de hormonas en nuestro cuerpo que regulan el apetito, la saciedad, el metabolismo… Estas hormonas pueden verse alteradas, impactando de forma diversa en nuestro peso (que no es más que el reflejo de que algo está ocurriendo). En este punto me centro en las hormonas tiroideas (T4, T3 y TSH), cuyos desajustes se detectan en análisis de sangre específicos, por tanto si sospechas que puedes estar padeciéndolo, solicita uno para salir de dudas y que un médico te ayude a resolver el problema. Sobre otras hormonas dedico puntos específicos de este post.

  1. «Te pasas» consumiendo alimentos saludables

Es de lo más frecuente que cuando oímos “X alimento es sano”, nuestra reacción sea “atiborrémonos, pues”. OK, la quinoa, el hummus, el aguacate, los frutos secos, la manteca de cacahuete, la fruta, etc son saludables, pero eso no significa que podamos consumirlos sin límite sin consecuencias! En el caso de la fruta, 3-4 piezas diarias está bien (ojito con los zumos, en los que fácilmente nos tomamos eso o más!); la quinoa y el hummus no dejan de ser hidratos de carbono y por tanto su exceso se almacena como grasa; en el caso de frutos secos, sus mantecas o el aguacate, la cuestión es la grasa, también depende de los demás productos que consumamos en el día, pero medio aguacate mediano, 4 nueces o 1 cucharada de manteca de cacahuete puede serviros como orientación “límite”.

  1. Bebes poca agua

El agua tiene funciones importantísimas en nuestro organismo, y la falta de ella produce entre otras cosas que el cuerpo retenga líquidos para sus funciones vitales. Además, beber agua provoca que estemos más saciados. Es curioso, pero muchas veces confundimos hambre con sed.

  1. Estás tomando cierta medicación

Determinados medicamentos como los antidepresivos, los corticoides o incluso los anticonceptivos orales, alteran nuestro apetito, ralentizan nuestro metabolismo, o simplemente “nos hinchan”.

  1. No te pesas nunca

Si bien siempre recomiendo no obsesionarse con el peso (ver lo indicado sobre el peso al inicio de este post), sí recomiendo pesarse una vez a la semana, preferiblemente al despertar y el mismo día de la semana (por ejemplo los martes). ¿Por qué? Para que la medición no se vea distorsionada por cuestiones puntuales, por ejemplo tras los excesos del fin de semana (que se siguen notando los lunes), o por haber bebido mucha agua ese día.

  1. Duermes poco

Las personas que duermen poco (menos de 6-7h diarias) tienden a pesar más, está estadísticamente observado. Esto se debe a varias razones. La más evidente es que estando despiertos más tiempo, son más horas en las que nos pueden entrar ganas de comer, pero además, la falta de sueño desestabiliza 2 hormonas: incrementa la grelina y disminuye la leptina (hormonas del hambre y la saciedad).

  1. Consumes determinados alimentos pensando que son ligeros

Este es un punto que tienen en común todos mis clientes… Y no es casualidad, dado que la industria alimentaria y su marketing se encargan de que tengamos por saludables o ligeros determinados productos que no lo son… ¿Ejemplos? Cereales tipo Special K, zumos envasados, ensaladas tipo rusa o césar con salsas, Nestea, cremas de verduras de brick, galletas tipo Digestive, productos light en general (que tengan menos calorías no significa que tengan pocas), miel, barritas de cereales, chocolate “negro” <80% (cuyo primer ingrediente es azúcar realmente)… Si queréis saber qué “problema” hay con estos productos, os invito a hacerlo en uno de mis Talleres de FoodShopping! También hablamos de eso en las sesiones de Alimentación Saludable.

  1. Tienes un trabajo o vida estresante

Nuevamente tenemos otra alteración hormonal de las que comentábamos en el primer punto de este post… En este caso, es la hormona cortisol la que se trastoca, provocando multitud de reacciones en cascada. Sé que es un consejo muy típico y podemos pensar “qué graciosa, pues que me encuentre otro trabajo” o “¿y qué pretendes que haga con mis hijos?”, pero de verdad es imprescindible dedicar periódicamente un tiempo a pensar por qué hacemos lo que hacemos, si podemos simplificar nuestra vida, qué beneficios obtendríamos implicándonos menos en determinadas cosas… Hoy en día asumimos una cantidad de tareas más que excesiva, y no me refiero sólo ir al trabajo ni llevar a los niños al colegio o al médico, sino simplemente el tiempo que dedicamos a cosas tan tontas como responder whatsapps, comprar regalos dándoles mil vueltas, cenas de compromiso, acompañar a médicos a familiares siendo innecesario, ir a todas las reuniones familiares propias y de nuestra pareja… Al final intentamos estar en todo y no estamos en nada porque estamos agotados o de mal humor! Es mejor que cada cosa que hagamos la hagamos con calidad y que relativicemos: si alguien se enfada por no responder enseguida a un whatsapp, que se enfade, revisa si esa cena a la que te han invitado te aporta algo, etc… Pequeños gestos reducen el estrés, y por supuesto la práctica de yoga u otras técnicas ayudan mucho!

  1. Tu rutina de deporte no te favorece 

Esto por 2 motivos:

a) Como haces ejercicio, te sientes con “derecho a compensar”, y te pasas. Sólo un ejemplo: para «quemar» 3 onzas de chocolate con leche, deberíamos:

  • Andar: 59 minutos
  • Ciclismo: 33 minutos
  • Carrera: 24 minutos
  • Natación: 28 minutos
  • Yoga: 78 minutos

Es decir, no pretendas que el ejercicio compense tus excesos…

b) Siempre haces la misma rutina de ejercicio, y fundamentalmente cardio. Cuando hacemos siempre lo mismo, nuestro cuerpo «se acomoda», llega un momento en que no le supone un reto, y además sólo ejercitamos unos músculos concretos y olvidamos otros… Por eso, es bueno no hacer siempre lo mismo, y desde luego cambiar de rutina al menos 1 vez cada 2 meses. Además, entrenamiento de fuerza es imprescindible si buscas perder grasa.

  1. Tomas demasiada sal

En este post os expliqué en detalle todo sobre la sal. En el de hoy quiero destacar que la sal (entre otras muchas cosas) nos hace retener líquidos, y que no debemos olvidar que la sal no es sólo la del salero, sino que en los restaurantes abusan de ella y, además, cada producto procesado la lleva, sí o sí! El máximo de sal recomendable asciende a 5 gramos diarios, y por ejemplo, tomándonos 2 lonchas de jamón serrano o 4 de jamón york/pavo ya lo tenemos! (Cifras para adultos, evidentemente un niño acabaría con su sal del día consumiendo mucho menos).

  1. Consumes azúcar sin saberlo

De igual modo que ocurre con la sal, los productos procesados están plagados de azúcar, incluso productos que no nos imaginamos… Ketchup, jamón/pavo, yogures 0%, pan… El máximo de azúcar recomendable asciende a 25 gramos diarios, y por ejemplo, tomándonos 4 galletas digestive llegamos a 14 gramos, es decir más de la mitad del máximo del día! (Cifras para adultos, evidentemente un niño acabaría con su azúcar del día tomando sólo esas 4 galletas…).

  1. En tu dieta hay demasiados hidratos y pocas proteínas

Muchas veces cuando queremos cambiar a una alimentación más sana nos volvemos locos por cereales integrales, verduras, frutas y legumbres, y dejamos de lado carnes, huevos… La proteína, tanto animal como vegetal, es importantísima para nuestro organismo. Tiene las mismas calorías que los hidratos (4kcal por gramo), pero la diferencia es que éstos se convierten en grasa cuando nos excedemos… Por esta razón puedes entender algo que muchas veces sorprende: los vegetarianos y veganos muchas veces no son personas delgadas, y esto se debe tanto a lo anterior como a que hay multitud de productos procesados aptos para veganos llenos de aditivos, grasas perjudiciales, etc (ejemplos: la mortadela veggie o las hamburguesas vegetales precocinadas, o las Oreo!).

  1. Tienes en casa productos “tentadores”

Esto es clave: si no tienes algo en casa, no vas a poder comerlo… ¿Te entran ansias por comer chocolate después de cenar o de comer? Es súper típico, ¡pues no lo compres! Te aseguro que una vez que te acostumbres a no tenerlo, ni se te ocurrirá tomarlo… ¡Es un hábito más! Otro consejo… ¿te han regalado ese producto tentador? ¿o han sobrado bollos de una merienda que has hecho en casa? Repártelos entre tus invitados y que se los lleven, o llévalos a la oficina!

  1. Nunca cometes excesos

Si no vemos una “vía de escape”, la tarea de comer bien se nos puede hacer tan cuesta arriba que abandonemos muy pronto… Si nunca te sales de lo «recomendable», seguramente te entren ansias por comer más y peor en otro momento! Así que cómete tu helado tranquilamente, disfrútalo, y entiende que si comemos bien un 80% del tiempo, lo que hagas el restante 20% pasará desapercibido…

  1. No comes grasas

¿Cómo? ¿Qué? Pues sí. En mis sesiones de Alimentación Saludable explico en detalle el origen de la “demonización” de las grasas en los 80 y el terrible error que ha supuesto, dadas las elevadísimas tasas de obesidad que tenemos actualmente…

Las grasas, aunque sean más calóricas que proteínas o hidratos (9kcal/gr frente a 4), tienen funciones tan relevantes en el organismo que, si prescindimos o reducimos en exceso las mismas trastornamos determinados mecanismos como el cerebro o las hormonas. Y creo que ya ha quedado claro que los trastornos hormonales no nos convienen… Además, proporcionan saciedad, de modo que nos hacen comer menos. Es recomendable recurrir a aquellas que puedan resultar más beneficiosas, como el coco, las nueces, aguacate, mantequillas de frutos secos, pescados, aceite de oliva, yogures enteros sin aditivos… Todo ello sin perder de vista el punto 2 de este post!

  1. Comes con mucha frecuencia en restaurantes

Un restaurante es un negocio y, como tal, quiere ganar dinero. ¿Cómo ganan dinero? Haciendo que sus platos “estén ricos” y con texturas agradables para que a los clientes les apetezca volver. ¿Y cómo se consigue esto? Poniendo más grasa, sal y azúcar de la que pondríamos en casa, y esto ocurre en sitios buenos, malos y regulares! Por ejemplo una crema de verduras, lleva mucha más sal y nata de la que pondríamos en casa. Los postres llevan mucha más azúcar… Si acudimos a restaurantes ocasionalmente, no pasa nada, el problema viene cuando comemos o cenamos varias veces a la semana fuera…

  1. Comes muy rápido

El proceso digestivo comienza en la boca, donde tenemos una serie de sustancias que empiezan a degradar los hidratos de carbono. Cuando comemos muy rápido (en menos de 20 minutos una comida de diario), aparte de que estamos «saltándonos» este paso (con la digestión pesada que ello conlleva), no damos tiempo a nuestro cuerpo a recibir las señales de saciedad, y por tanto comemos más (y después decimos «¡qué lleno estoy de repente!»).

  1. Comes delante de la TV o con el móvil

Quizá alguna vez te haya pasado que, a la vez que comes, estás viendo la TV, mirando algo en el móvil, o hablando por teléfono, y cuando dejas la actividad en cuestión dices «uy, ¿¿¿ya me lo he acabado???«. Esto es algo frecuente y que debemos evitar, ya que nuevamente el cerebro no interpreta adecuadamente las señales de saciedad, y además dejamos de ser conscientes de lo que estamos haciendo, no disfrutamos del momento de desconexión que debe ser la hora de comer.

19. Te saltas comidas

En una situación normal, lo adecuado es hacer 5 comidas al día con la idea de mantener estables los niveles de azúcar en sangre, pero ante todo nuestro cuerpo es sabio y si no te apetece comer, no debes forzarte! No obstante, si teniendo hambre te saltas comidas pensando que así recortas calorías, no vamos por buen camino, ya que ese hambre se «acumulará» y tenderás a excederte en la siguiente comida más que si hubieses hecho las dos normal…

20. Has pasado los 30

A mayor edad, más lento se vuelve el metabolismo. Es una afirmación un poco simplista, pero para que nos entendamos así es… He puesto los 30 años por poner algo, pero realmente cada vez, si no hacemos nada por evitarlo, vamos perdiendo masa muscular con la edad, y por tanto ingiriendo los mismos alimentos nos suelen afectar más, o nos cuesta más «quitarnos esos kilitos de más».

ESPERO QUE OS HAYA AYUDADO ESTE POST, Y YA SABÉIS QUE PARA CUALQUIER DUDA O ASESORAMIENTO ESTARÉ ENCANTADA DE ATENDEROS! (Tenéis mis datos en la web o a través del formulario de contacto)


3 respuestas a “20 razones que pueden explicar que estés cogiendo peso (o que no lo pierdas)

  1. ¡Enhorabuena por este artículo tan interesante y por el blog! Me encantaría que ampliaras el tema de la demonización de las grasas y el punto de porqué engordas cuando te pasas de comer alimentos saludables.

    ¡Gracias!

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    1. Mil gracias Rocio! Ese tema que me comentas es super interesante, podemos comentarlo en profundidad cuando quieras, ya que no tiene una respuesta rapida sin mas… Como todo en nutricion/alimentacion, lo importante esta en los matices… Saludos!

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